ECOFEMINISMO

El ecofeminismo es la conciencia ecológica y social del feminismo de nuestro siglo. Reúne reivindicaciones de las mujeres y preocupación por el medio ambiente, la salud, la paz y, en algunas corrientes, también por los animales. Es una pensamiento filosófico y un movimiento emergente que buscan corregir el rumbo de la sociedad, un rumbo que no tiene en cuenta la crisis medioambiental, que dilapida recursos básicos, termina con la biodiversidad, trata a los animales como cosas y nos ha llevado a la actual emergencia climática, probando a la actual generación más joven y a las venideras de un futuro digno de ser vivido. Los seres humanos somos ecodependientes, somos parte de la naturaleza y, por tanto, destruirla supone un suicidio para la humanidad. El ecofeminismo trae una nueva mirada sobre el mundo que abandona la arrogancia antropocéntrica en la que solo se otorga valor a lo humano.

En un nivel práctico y cotidiano, al integrar conocimientos ecológicos y el ecofeminismo permite que seamos conscientes de la relación entre contaminación ambiental y salud y podamos así cuidarnos mejor. Una de las razones por las que algunos grupos feministas comenzaron a interesarse por el ecologismo fue justamente al advertir que los xenoestrógenos (tóxicos industriales de composición similar al estrógeno) incrementaban la aparición de cánceres ginecológicos y otras dolencias que afectan a las mujeres.

En un nivel más profundo, el pensamiento ecofeminista muestra que la bipolarización jerarquizada de las identidades y papeles de hombres y mujeres ha dado lugar a una definición androcéntrica del ser humano, es decir, a una concepción patriarcal que desvaloriza el cuidado por considerarlo femenino- y, por tanto, inferior- y consagra las conductas y actitudes de dominio como rasgos considerados superiores. Así, el ser humano ha sido definido a partir de lo que se consideraba viril, propio del varón, y como opuesto a las mujeres, a la naturaleza, a las emociones, al cuidado y a la compasión. El patriarcado ha generado una cultura de la dominación. Las mujeres, los animales y todo aquello concebido como más cercano a la naturaleza (por ejemplo, los pueblos colonizados) han sufrido procesos de inferiorización y dominación similares. Han sido cosificados, considerados meros cuerpos, explotados, minusvalorados y convertidos en blanco de la violencia.

El neoliberalismo globalizado actual es una de las formas que ha tomado el patriarcado a lo largo de la Historia. Ante él, el ecofeminismo llama a la sororidad internacional con las mujeres rurales pobres que sufren las peores consecuencias del modelo de desarrollo insostenible en los países del llamado Sur global. Sus huertos respetan la biodiversidad y el ritmo de crecimiento normal de los vegetales, evitando utilizar productos tóxicos como abonos químicos y pesticidas. Son mujeres que a menudo están en la primera línea de la lucha contra el extractivismo (extracción intensiva de bienes naturales que envenena la tierra y el agua a través de la megaminería  y los monocultivos con agrotóxicos para el mercado mundial), son líderes campesinas y de los pueblos originarios, como Berta Cáceres, asesinada en Honduras en 20016 por su lucha contra un megaproyecto hidroeléctrico de privatización de ríos y territorios. Hoy la justicia social implica ecojusticia. Estas defensoras de la naturaleza y de los derechos de las mujeres puede que no se autodenominen ecofeministas, pero lo son.

El ecofeminismo es teoría y práctica contra la dominación patriarcal androantropocéntrica y neoliberal. Sostiene que el modelo tecnocapitalista neoliberal ha de ser reemplazado por una relación armónica con la naturaleza que, en vez de buscar el beneficio económico a corto plazo, atienda al bien común. Propone una mirada de amor y reconciliación hacia la naturaleza y hacia los animales, y una actitud de cuidado atento hacia los ecosistemas, lo cual no solo es una actitud afectiva benevolente, sino también una muestra de inteligencia. Si únicamente vemos la naturaleza como un conjunto de recursos para la producción, terminamos destruyendo la Tierra, que es nuestro hogar, devastando la base material que nos permite sobrevivir. El ecofeminismo plantea una revisión de nuestra escala de valores consumista y una mirada crítica a la forma de producir, a la desigualdad, social, al especismo y a la hegemonía del mercado. Por ello, podemos decir que se trata de una buena alternativa de vida frente a la globalización devastadora e insostenible que está en marcha. Ser ecofeminista es querer la igualdad en un mundo con futuro.

(Alicia Puleo. Breve diccionario de feminismo. Rosa Cobo y Beatriz Ranea (eds). Ediciones Catarata. Madrid. 2020)